Wednesday, June 20, 2007

La bolsa

a Diego


Nunca entendí porque los llamaban en plural si sólo había uno. Tuve vergüenza de preguntar, no había una razón para que a esa edad tuviera tanta información. Me deshice tocándome mientras me bañaba, entendiendo a los otros, procurando hacer ciencia de mis seis años para me entender la dualidad testicular de lo que yo sabía una gran bolsa, de mayor tamaño que el pene. (El pene, a los seis años, no tenía ninguna importancia para mí) Al tiempo desistí, supuse que era de eso que convenimos en decir entender y que nadie sabe en realidad. Un día, años después, (tendría diez) me dijeron que tocar penes embarazaba, los penes empezaron a tener una importancia terrorífica. Temía rozar por error, caerme encima de un zipper, sentarme en el baño de hombres. Hasta que un día, el machito de atrás, pese a mi frecuente escapatoria, me agarró la mano con fuerza y se la puso en la gran bolsa zonta, tocando lo que hubiera alrededor, ésta vez de un tamaño similar. Estuve embarazada alrededor de seis meses, me veía el ombligo inflamado de bichos intestinales y le hablaba a la criatura; tenía miedo de que cuando naciera se descubriera mi apasionada aventura con el machito. No nacía nada. Un día, talvez un año después, empozaba rojo en la ropa interior y mi mamá tuvo que hablar de la verdad del embarazo. Desde entonces los penes tuvieron otro significado en mi vida y los testículos empezaron a ser dos.

1 comment:

Floriella said...

Jajajajaja, qué lindaaaaaa, ¡me encantó Tiz!